jueves, 9 de junio de 2011

Intoxicada de vacío al comprender que solo había vacío.


Por años arme un hogar, lo amoblé con sillas cómodas para reposar viendo al cielo, el techo fue construido con ese material que permite cubrirse de la tempestad pero no obstaculiza que los sueños se eleven de cara al sol o a la luna, según como deba de guardarse para poder creer que serán cumplidos. 

Por años lo decoré con palabras bonitas y como buena matita se embellecía de cumplidos y se coloreaba de sabores, hasta aprendió a tongonearse divertidamente.

Por años me volví coleccionista y el hogar se llenó de cajas, de diferentes tamaños, formas y colores; coleccionista de momentos, de sonidos y de promesas; coleccionista de palabras y canciones, de imágenes de presente que se convertían en pasado y de pasados que en silencio, seguían aguardando futuros.

Luego llegaron días para cubrir, empecé a taparlo todo, hoy la verdad no sé sí para: protegerlo, guardarlo o desvanecerlo.

Hoy la verdad no sé, por qué hay días que levanto levemente las cubiertas y me asomo para transformarlo todo en dolor.

Dolor de Vacío, cuando doy con esas cajitas que estoy segura rotulé y algo deposité, pero a la vuelta de la ojeada no sé haya nada.

Dolor de Aridez cuando veo que los puños de tierra fértil, sí sabían crecer hacia el cielo y entregar flores bellas de colores dicientes y que fue solo en mis cajitas donde se mantuvieron color tierra infértil, tierra inexpresa de hoy y ayer.

Dolor de Desojo ese que deshoja los recuerdos del alma, cuando te das cuenta que ya no se encuentran ni las miradas y mucho menos el recuerdo de que alguna vez se encontraron. Y solo encuentras por qués sin respuestas, que te retornan a Dolor de Vacío.

Y finalmente, solo por nombrar un fin, porque Dolores es coqueta y sabe llegar más, hablaré de Dolor Fisgosón ese que se fisga entre todos los rincones de las cajas y tiñe a presente de forzados ahoras fingidos.