jueves, 9 de octubre de 2008

4-0


Cuando era niña mis abuelos ya eran viejos, viejos ante mis ojos de niño, así fui creciendo y mis ojos dejaron de ser de niño, pasaron a los de adolescente, luego fueron jóvenes y después un poquito más.

En cada momento mis abuelos seguían siendo viejos, pero nunca más viejos de lo que eran con mirada de niño, yo era consciente de mi crecimiento, de mis cambios, pero ellos seguían siendo mis abuelos, ahí, se quedaron, en el tiempo que los conocí, permanecieron inmutables, a través de los años.

Yo creo que a ellos les pasaba algo igual porque a pesar de mis cambios visibles, yo seguía siendo nieta, pequeña siempre para ellos, con sus cuidados, con sus ternuras y mimos aunque mis problemas cambiaran y pasaran de "que dulce elegir", a que "carrera elegir" y a otros que aparecen solo en eso del hacerse grande. Ellos seguían protegiendo al nieto, al pequeño, al que le resuelven todo con un amor casi irreal, ese que les da el don de ser abuelos. Ese amor que se expresa con las comidas que saben a ellos, con los abrazos que te dicen que sigues siendo un niño, con el arte que cada uno trae en sus manos, arte de hilos, arte de buñuelos, arte de maderas, arte de historias, arte de juegos, arte de música, arte don de cada abuelo.

Entonces comprendí que crecer trae tiempo y que el tiempo nos pasa a todos, cuando desperté y mi abrazo no tenía a ningún abuelo, que mi nariz no encontraba el olor a abuelos, que deje de ser mijita y ya sólo puedo ser hija y algún día sólo seré yo.

Pasó el tiempo y quedamos 4-0.

CIELO 4
YO 0

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tenemos ascendencia de ángeles. Ahí están ellos, en el paraíso al que pertenecen, llenando con su luz el cielo e iluminando nuestras vidas como siempre lo han hecho desde que llegamos al mundo a vivir y aprender de sus cuentos y llenarnos de su amor!!!!

Jime!!